lunes, 25 de agosto de 2008

"Una Leyenda Sobre El Diluvio"


Ejemplos de Leyenda Originaria
( de las que cuentan el inicio
o la creación de algo ).



Millares de veces la noche cayó
Y otras tantas, el Sol despertó;
Las sequías y las lluvias
Pasaron como el viento,
Y muchas veces la tierra
Renovó su verde piel;
Pero los palmares aún
Su nacimiento recuerdan.

Amalivaca, ¿Puedes ver las nubes
Que se entremezclan
Y agolpan en el cielo?
Deseas que el viento
El algodón remueva
Con su guadaña,
Del campo gris plomizo,
Pero ves que ya cubre todo el cielo.

Y la tormenta se desencadena;
Gris sobre verde,
Y lluvia sobre lluvia.
Entonces,
De tus manos nace un barco…
Madera muerta,
Con promesa de vida;
Madera firme,
que vuela sobre el agua.

Hermana Vochi,
Mis ojos ven la tierra
Surgiendo del mortuorio manto de agua.
Hermana Vochi,
Tu corazón alegra,
Pues nuestra nave ha vencido la tormenta.

Amalivaca,
Fueron diestras tus manos,
Y tus pies, Cual raíces en tu barco.
Amalivaca,
Como rama en la lluvia;
Como rama del árbol que fue navío.

Hermana Vochi,
Llegamos a la orilla
Donde tus manos han de rehacer el mundo.
Hermana Vochi,
Entrego aquí a mis hijas,
Como quien da por los demás su vida.

Amalivaca,
Son pequeñas mis manos,
Pero están llenas de vida y de latidos.
Amalivaca,
Con tu gran sacrificio,
Harás que por siempre tus hijas perduren.


La lluvia entretanto,
cayendo siguió;
Los pies de las hijas en raíces transformó.
Y al comenzar a beber la esencia de la tierra
Sintieron en las venas su eterna y enorme fuerza…
Y en palmas se convirtieron; vida en lluvia y en sequía.

viernes, 1 de agosto de 2008

"Fina En Cuarto Creciente"

Aunque no sea una Criatura mitológica, al Delfín no le faltan leyendas e historias que rozan lo maravilloso, o también se encuentra involucrado en la compleja mitología griega, esquimal, india y china.
En la Grecia antigua, por ejemplo, de acuerdo con Claudio Eliano, a veces los Delfines se enamoraban de algunas personas jóvenes, pero el caso es que se sienten en verdad atraídos hacia nosotros y gustan de nuestra compañía.
Lo que sigue es mi versión de una historia de amor que termina trágicamente por causas -por desgracia-, seguramente aún repetidas.


La estela de los barcos
era una larga nube;
el agua, como un cielo
sin Sol y sin estrellas
por donde Fina volaba...
Flecha gris entre Delfines,
desde Tori-Shima a Creta.


Tomando a las estrellas
por sus hermanos,
Glauco la llamó desde la orilla,
y le dio su pez -cena del día-,
bocado de Grecia para ella.
Fina le agradeció...
Su sonrisa brillaba
más que sus ojos.


Kalimera... Kalimera,
querida amiga,
deja que el Sol se vaya...
Quédate en estas aguas;
Kalimera... Kalimera,
querido amigo,
los mares ya no serán
tan grandes para los dos.


Fina le contaba
de islas y países;
de grutas oscuras
y viajes azules.
Glauco le mostraba
las Constelaciones...
Pegassus, Cygnus y Draco;
y por supuesto, Delphinus.


Las Cícladas reían
mirando llegar a Fina,
y en las Espóradas era
una canción su llegada.
Bailando sobre las olas,
la buena pesca indicaba;
y los que buscaban peces,
hasta perlas, encontraban.


El pequeño pescador,
con Fina en cuarto creciente,
desamarraba su bote
para despertar al Sol.
Y al final de la jornada,
tras vender en el mercado,
de su cesta de pescado
reservaba lo mejor
para compartir su cena.


Muchos días más pasaron
como brisa sobre Knossos,
como oleaje en Iraklion,
como sueño de Serifos.
Se despidieron
en el mes de Agosto
bajo el cristal de una Luna
igual de enamorada.

Cien flechas veloces
en el mar del norte,
oyeron unas voces
más duras que el invierno.
Y llovieron arpones...
De las plateadas pieles,
brotaban amapolas
premiadas con aplausos.

Herida por un rayo
que la convirtió en fuego,
huyó de aquél infierno...
Calor y frío de muerte.
Un cometa vencido,
de regreso hacia el Sol
del niño de la isla.

Sayonara... Sayonara,
querido niño,
todo se vuelve agua;
mi vida se vuelve noche.
Sayonara... Sayonara,
querida Fina,
también yo seré agua y sal
cuando la Luna regrese.

Al verla apagarse
como una estrella,
inventó flores negras
con guijarros pulidos.
Entró en el cielo de ella
como si fuese el suyo,
y coronó su frente
con la espuma salada.

El paso de los días
era un continuo oleaje;
la playa, un desierto,
como espejo sin vida...
Sombra gris entre Gaviotas,
desde Mikonos a Creta.

Ellos se llevaron
algo de tristeza
y mucho de alegría,
dejando las islas
vacías de cantos.
Volverán un día...
-afirman algunos,
aventuran otros...- :
Dos Palomas blancas.