jueves, 5 de septiembre de 2013

"El Príncipe Enterrado"



El Segundo Arcano, con la imagen de la Sacerdotisa que cuida el acceso al Templo del Conocimiento, pero a la vez invita a entrar a los que pueden -o desean- atravesar "El velo de Isis". Frente a las incontables posibilidades actuales de descubrir cosas nuevas, aún queda en cada uno el propio Velo de su elección, que le impide llegar a nuevos mundos mentales aunque él diga "Yo sé lo que me interesa y lo que no".
La letra hebrea del Segundo Arcano es Beth:


La parte superior de Beth es parecida a la inferior, no igual, como puede verse. Y lo mismo ocurre con las columnas. En la letra, esto nos lleva a uno de los principios más importantes y conocidos del Hermetismo, que dice "Lo que está arriba es similar a lo que está abajo, y lo que está abajo es similar a lo que está arriba,
a fin de perpetrar los milagros de la cosa única".
Los cuernos sobre la cabeza de la mujer forman un Binario,
el cual deberá ser neutralizado. Su estado de pasividad indica disposiciones de ánimo pacientes, contemplativas y sensitivas, necesarias para cualquier aprendizaje,
Los objetos de la investigación científica sólo son accesibles a una mente aguda y penetrante, siendo posible conocerlos únicamente bajo los pliegues de una capa que nos aislará de turbaciones
y situaciones mundanas.
Por este motivo la Gnosis tiene tan amplia vestimenta.


Ahora traigo una especie de fábula que habla sobre las formas de reaccionar frente a un descubrimiento.

Un Príncipe sabio y con muchas riquezas, que había fallecido recientemente, luego de haber sido enterrado fue descubierto por ladrones de tumbas. Lo sacaron del sarcófago y lo despojaron de sus joyas, tras lo cual se alejaron sin preocuparse de volver a enterrarlo.
Al poco rato pasó un mendigo, quien se apropió de las vestiduras del Príncipe; luego él tampoco lo puso al resguardo.
En tercer lugar, un ciego tropezó con el cuerpo mientras pasaba tanteando con su vara, supo lo que era y se alejó, casi con temor.
Por último llegó un extranjero, venido de recorrer varios países y visitar diversas universidades; tras inspeccionar la tumba, se llevó siete pergaminos con la historia y otros detalles sobre la vida del difunto. A diferencia de los otros, volvió a enterrar al Príncipe, pues vio que algunos Buitres ya volaban en círculos sobre la abierta tumba.
Los ladrones se llevaron lo que podían vender.
El mendigo tomó lo que más iba a necesitar.
El extranjero, lo más importante para sus estudios.
Los Buitres iban a discutir durante horas.

Si uno es como los ladrones, llevará de un tesoro de conocimiento lo que pueda hacerle ganar dinero.
Si es como el mendigo, elegirá lo indispensable.
Si hace lo mismo que el ciego, sabrá que hay algo pero no querrá verlo.
En caso de ser como el extranjero, ese conocimiento le abrirá otros caminos de aprendizaje.
Si hace lo que los Buitres, sólo podrá discutir con otros tratando de defender sus ideas, pero sin que ninguno llegue jamás a un acuerdo.